viernes, 27 de mayo de 2016

El humo del gran incendio de Canadá ha llegado hasta a España

Reuters. Desde el 1 de mayo Canadá está en llamas. Un gran incendio decretado en la provincia de Alberta, que aún no han conseguido sofocar, continúa avanzando y su humo, según ha informado la NASA, ha llegado hasta España.

A su paso, el fuego ha calcinado medio millón de hectáreas y ha obligado a evacuar la población de Fort McMurray, donde vivían 90.000 habitantes, según ha recogido el portal digital Quartz.

Como se puede apreciar en la imagen, las partículas de humo originadas en el incendio (de color azul) han cruzado el Atlántico y han llegado a Europa, más concreto hasta la mitad norte de la Península Ibérica.

Este hecho se produjo el pasado sábado, cuando la nube de humo atravesó España entrando desde la zona del mar Cantábrico hasta salir por el litoral mediterráneo.

Estas partículas también habían llegado, a principios de mes y poco después de que se originase el incendio, a la costa de Florida, en Estados Unidos y, si las cosas siguen como actualmente —cuando los servicios de emergencia no han podido controlar las llamas— es probable que incluso el humo llegue más lejos.

Noticia de Reuters en diario ABC

martes, 10 de mayo de 2016

Los incendios forestales en Canarias

Los expertos destacan su valor como agente regenerador, de mantenimiento y regulador de la dominancia de especies 

Cada vez que se acerca el verano, los gobiernos locales suelen presentar las medidas de prevención contra incendios forestales en su territorio, ya que el aumento de la temperatura y el descenso de la humedad favorecen que surja el fuego. Pero ¿hasta qué punto, superada la natural preocupación que despiertan, son tan dañinos estos siniestros?

En muchos casos, se trata de un «proceso natural» del que costó cierto tiempo darse cuenta de la importancia que tenía. «No fue hasta principios de los 60 del siglo pasado cuando los ingenieros empezaron a revertir la idea asentada de lo maligno de los incendios forestales y convencer a autoridades y público en general de la importancia de este proceso natural», explica José Ramón Arévalo, profesor titular de Ecología de la Universidad de La Laguna, que recuerda que la relación del hombre con el fuego, y su máxima expresión, los incendios forestales, se puede decir que es milenaria.

Pese a todo, la vida de ciudad y el crecimiento de las poblaciones urbanas ha hecho que se perdiese contacto con el medio y que la comprensión de los fenómenos naturales dejase de transmitirse de forma oral. Así es que hace dos siglos, los incendios empiezan a considerarse una amenaza para la vida y la ecología. «Lo que sucede es que se pierde esa visión de conjunto y, debido al aumento de las poblaciones humanas, se considera al incendio también un problema y amenaza para el hombre. Como respuesta a ello se desarrollan tecnologías para evitar la propagación de incendios y el control de los mismos», indica Arévalo.

Este cambio que se dio tan rápido provocó un dramático deterioro de muchos ecosistemas, los cuales empezaron a tener problemas de enfermedades, de dominancia de especies, de mantenimiento y regeneración gracias a que el hombre había eliminado o reducido de forma significativa uno de los elementos básicos de sus procesos ecológicos. «Incluso hay ecosistemas que se han extinguido como consecuencia de la eliminación del fuego como motor del mismo. Es el caso de las praderas altas americanas», subraya.

El reducir la tasa de incendios favorece la acumulación de biomasa y puede provocar incendios de mucha más intensidad y peligro

Los primeros países en adoptar medidas en favor del fuego fueron Estados Unidos, Canadá y México, queestablecieron quemas prescritas y controladas, para intentar emular «la tasa e intensidad de incendios naturales anterior a la perturbación antrópica». Aun así, con datos probatorios de lo cierto de sus conclusiones, sigue siendo, 60 años después, un tema controvertido social, e incluso los medios de comunicación, después de cada gran incendio anuncian a bombo y platillo la «catástrofe ecológica», cuando «lo único que hemos sufrido es una catástrofe humana y social, en pérdidas de vidas y propiedades», matiza el especialista de la universidad tinerfeña.
Las quemas en Canarias

domingo, 1 de mayo de 2016

Cómo prevenir y reducir los incendios forestales

España es el país europeo que más sufre los efectos perniciosos del fuego. La falta de prevención es una de las claves que ha generado un peligroso aumento de incendios forestales, provocados por el ser humano en la mayoría de los casos.



El fuego es un elemento natural que necesita nuestro ecosistema para la regeneración de bosques y montes, pues aporta estrategias rebrotadoras y de germinación tras su paso. Sin embargo, ha dejado de ser una perturbación natural que modela el paisaje para convertirse en una terrible amenaza que en más de un 96% de los casos en España está ocasionada por el ser humano.

La falta de prevención es un problema fundamental. Este factor, junto con el abandono rural y otras dificultades estructurales, ha generado un aumento de incendios forestales altamente peligroso, no solo para la biodiversidad, sino también para la seguridad de la población. Además, la mayor frecuencia e intensidad de las olas de calor y el aumento de las temperaturas contribuye a una mayor frecuencia e intensidad de incendios forestales.

España es el país de la Unión Europea más afectado por los incendios forestales. Otros países del ámbito mediterráneo como Portugal, Grecia, el sur de Francia o Italia también los sufren especialmente. A pesar de este problema de primer orden, no existe una política forestal comunitaria.

¿Qué soluciones hay?

Mejorar la gestión forestal preventiva es clave. Hay que reducir la cantidad de biomasa (con la recogida de leña, una producción sostenible de energía, etc.), siempre teniendo en cuenta el funcionamiento de los ecosistemas y la necesidad de respetar la diversidad estructural del bosque, etc.




Resulta fundamental desarrollar modelos selvícolas (es decir, de gestión de las masas forestales) que tengan en cuenta el cambio climático y que, además de imitar al máximo el funcionamiento de la naturaleza, favorezcan la diversidad genética y específica y reduzcan la densidad de arbolado. Así nuestros bosques serán menos vulnerables a los incendios, plagas, enfermedades como la seca, etc.